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La magia audiovisual de Riley Hooper

Los mejores narradores de historias hacen que lo personal se sienta universal, y lo universal se sienta personal. Si vas demasiado lejos en una dirección, la historia se vuelve inaccesible, irrefrenable. Ve por el otro lado y se vuelve soso y cliché. Pero hazlo bien y la historia de una persona se convierte en algo fascinante, tanto en sus detalles individuales como en su amplia resonancia.

El joven cineasta Riley Hooper ha dominado este aspecto. Sus cortos documentales recogen historias que, en las manos equivocadas, podrían fácilmente volverse triviales y reductoras. La ciega nadadora que superó sus miedos. El mimo más antiguo del mundo. El fotógrafo callejero discapacitado sigue trabajando en Nueva York…

Pero Riley, con sede en Nueva York, hace arte que canta. No persigue metáforas o vuelve locos a los espectadores con cliffhangers. En vez de eso, ella se lanza a hacer justicia en cada historia.

Creo que lo más importante que se puede hacer cuando se está haciendo un corto es enamorarse de su tema, para que realmente entienda quiénes son y qué los hace funcionar “, dice.

Ese amor por sus súbditos brilla a través de su trabajo. Ella tiene un don para elegir a las personas que son atractivas ante la cámara y en las historias en las que invertimos antes de darnos cuenta de que nosotros también nos hemos enamorado un poco.

Tal vez sea relevante que en la universidad, Riley estudió religión además del cine, y muchas de sus películas tienen esa cualidad trascendental. Después de graduarse fue becaria con los famosos realizadores de documentales los hermanos Maysles. Finalmente terminó trabajando en Vimeo.

Eso la sumergió en el mundo del cine, pero a nivel práctico también le dio oportunidades inesperadas para crear su propia obra. Conoció a Henry Bendinelli, el tema de su corto encantador sobre esquí, compañía y vejez, después de que él mandara un email de apoyo a Vimeo que terminó en su bandeja de entrada. Siempre está al acecho de dónde pueda venir la próxima historia – un artículo de revista, una introducción al azar o una historia que su madre recomienda de NPR.

 

“Nunca se sabe cuándo vas a conocer al próximo personaje”, se ríe. Pero eso no significa que Riley sea una de esas figuras artísticas que siempre califican a las personas como un tema potencial.

“De pequeña siempre fui muy tímida y callada. Estos días no diría que soy así, pero tampoco soy sociable. Siempre me alegra tener una conversación con un extraño, pero no los instigo yo personalmente.”

“Comencé a escribir para el periódico de mi escuela secundaria y lo hice durante toda la universidad. Ahí fue cuando me di cuenta por primera vez de que podía usar el periodismo como herramienta para poder hablar con gente que me parecía interesante.”

“Escribir me dio un sentido de agencia. Y lo mismo ocurre con el cine. Estoy tan agradecida que tengo esta herramienta que me permite conocer a la gente que quiero conocer e ir a los lugares donde quiero ir “.

 

En términos prácticos, una vez que Riley tiene una idea de una historia, por lo general comienza cogiendo el teléfono. “He llamado a puerta fría a un montón de personas”, dice. Mi único objetivo en esa llamada telefónica es sonar lo más agradable y simpática posible, y colmarlos de cumplidos, haciéndoles saber lo interesantes que creo que son, y cuánto quiero contar su historia “.